miércoles, 15 de febrero de 2012

Tarde de calor insoportable...


Tarde de calor insoportable, de Arnet y la concha de tu madre, de pensar que no alcanza un mar de letras para apagar el fuego de tus besos escurridizos, de la distancia infame y sentir que dos segundos ante tu aura producen terremotos más grandes que los de Japón. Fukushima mon amour. Los reactores de la paciencia y de la neutralidad explotan en llamas y nubes verdes de plutonio y de uranio enriquecido. La tarde caldeada en transpiración y olor a chivos se va en nubarrones y en el ruido de la pirotecnia del barrio. Y el olor de tu piel porosa impregnado en mis noches y en mil atados de puchos y botellas de cerveza negra. Podría gastarme el sueldo en ir a las putas, en derramarme en cavidades extrañas para demostrar que soy un hombre superado y encontrar mi eje en una buena bolsa de merca. Pero ¿de qué sirven esos labios y polvos de cotillón si lo único que quiero es despertar con el perfume de tu sonrisa?
"Ella viaja a mil, y mira hostil, y le importan cuatro mierdas si la vida tiene fin"*. Me alejo. Me alejo de tu indiferencia asesina, de tu canibalismo selecto, de tu memoria como un colador, de tus palabras de alpaca bañadas en plata.
Me voy.

 *Canción "Tres", de la banda cordobesa Ole Blando!

No hay comentarios:

Publicar un comentario