martes, 15 de mayo de 2012

¿Amigos? Amigos son los huevos...


¿Amigos? Amigos son los huevos. No me pidas que sea indulgente. No quiero más amigas, no las necesito, a mis amigas no las beso, con mis amigas no cojo. Amigos, tal vez, éramos cuando nos unían los mates en tardes heladas en un campus universitario. Pero, después de habernos dinamitados los cuerpos, luego de haber explorado nuestras laderas ocultas, de haber buceado en nuestras profundidades, de habernos mordido y rasguñado como leones cachorros... ¿amigos?
Morder tus labios con sabor a mates y a Ferrero Rocher, los abrazos y los puchos, Spinetta, Artaud, Cortázar y Drexler... Colectivos atestados y apuntes tachoneados. Nuestras veredas eran una cuerda floja en la cual, si alguien caía, arrastraba al otro como un transatlántico en hundimiento en medio del Pacífico, succión oscura y vertiginosa. Y esas madrugadas lisérgicas y psicodélicas llenas de pieles y de besos a tientas. Y recorrer la espesura de la noche entre la profundidad de nuestros pelos enmarañados. Taxis sin nomenclador en Atlántidas de cemento. Botellas de whisky bebidas del pico, exprimidas por nuestras manos ansiosas. Manantiales de espuma loca brotando de la más dulce de las vertientes. Cataratas de cerveza negra y arroyos de merlot-malbec chorreando de los edificios.
La amistad es un perro malo que muerde los tobillos y se las pica.
La nostalgia es la parte lluviosa de la belleza.
La ciudad sin vos es un termo roto. Un paquete de yerba vacío.

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