martes, 15 de mayo de 2012

En mi cueva tengo alucinaciones...


En mi cueva tengo alucinaciones. La voz del Flaco Spinetta y mi vaso de vino me llevan por noches de ayahuasca, sobrevolando el olor de mis libros, el polvillo, los parlantes, las cajitas de los discos, los apuntes de la facultad, la ropa doblada, el cuadro de Jim Morrison y los frascos de perfume. Y el frío de este otoño me invita a mirar el cielo que parece un vidrio roto, un aljibe profundo. La penumbra de mis paredes naranjas y el cigarrillo encendido, los papeles escritos. Reviso mis rincones y no me reconozco. Voy tirando y embolsando señas de una vida pasada, de alguien que ya no soy, que alguna vez quizá fui. Voy tirando a la basura restos de una infancia y de una adolescencia empañadas. La brasa del sándalo prendido hace juego con la de mi cigarrillo en la penumbra fría de mi cueva. El vino se filtra por mi lengua al igual que el caramelo líquido de tus besos, esos que quiero volver a probar en un vaso de vino. No tengo porros, pero me fumaría un par de secas para meterme más en la fiebre de esta noche cerrada, poder relajar más mi cuerpo y sentirte cerca, quizá, respirando al lado mío mientras suena Spinetta y sacás algún libro de mi biblioteca para ponerte a leer, y tus zapatillas desatadas en el suelo y vos conmigo acá sentados o acostados en esta cama que también es mi sillón y el portal para dimensiones inexploradas cuya llave es un beso de los tuyos, un beso de esos en los que me mordés el labio de abajo y nuestras lenguas comienzan a rosarse como dos perros que se cruzan por primera vez en la calle. Y por qué no jugar y pensar que estamos en una ciudad desconocida, con las patas con tierra de tanto caminar y los hombros cansados de nuestras mochilas repletas de ilusiones. Conocer ríos, bosques, playas y montañas, dormir con una luna diferente cada noche, abrigarnos con el calor de nuestras pieles. Dejar que nuestros pies sean quienes nos digan qué tenemos que hacer y cuándo. En la contratapa de un libro, un poeta desconocido escribió: "Te dibujarìa todo el mapa de Amèrica Latina en la piel, y te lo recorrerìa centìmetro a centìmetro haciendo revoluciones". La nostalgia es la parte lluviosa de la belleza. Y estoy acá, con la voz del Flaco, con mis libros y con un vaso de vino que no sé si voy a poder terminar.

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