jueves, 23 de agosto de 2012

Dale, mi amor, levantá más alto el cartel...



Dale, mi amor, levantá más alto el cartel, pero no te pongas tan cerca de las bombas de estruendo. Corré, corramos, que ahí vienen los ovejeros rabiosos, las cachiporras, los gases pimienta y las balas de goma. El Estado nos culea, mi amor, nos mete más y más el puño por el orto. Demos la vuelta a la manzana, tiremos una molotov, volvamos a la columna, gritemos y nos besemos en medio de la balacera y de las gomas quemadas, hagamos el amor en la Cañada, en la Plaza de la Intendencia, en el Paseo Sobremonte mientras los otros arrancan las baldosas para revoleárselas a la cana mientras ellos disparan balas de goma detrás de sus escudos y sus cascos, mientras ellos cagan a palos a los estudiantes, a los docentes, a los trabajadores y a los jubilados.
El Estado te mata, mi amor, no dejemos que el sargento obedezca las instrucciones de seres invisibles y poderosos. Ellos obedecen como perros falderos, mi amor, y vienen con las itacas cargadas de impunidad. El estado nos coge por el culo: mientras suben los impuestos y nos dejan sin futuro, sin transporte, sin educación, sin salud, los gringos no paran de levantar el granito de oro y nos riegan con glifosato y mientras más gordos estén más subsidios les dan. Pero acá, mi amor, nos vienen con los palos y los perros. Vamos a hacer el amor en la fuente del perdón mientras los gremios se matan con la cana y nos comamos un par de balazos de goma entre orgasmos y la envidia de todos. Prefiero que el Estado me coma por amar.

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