Los personajes de estas historias son ustedes con sus nombres y sus calles. Respirarán el olor de la noche, alientos viciados y cigarrillos pisoteados. Estas historias hablan de una ciudad destrozada y de amores que no nos pertenecen. Acá hay rock y ausencia de dios. Los límites entre la realidad y el delirio se viven con sudor. Estas historias son fruto del derrape, de la soledad, del insomnio.
miércoles, 29 de febrero de 2012
Ella sale corriendo del pub...
Ella sale corriendo
de pub
mientras la espero
con las llaves en la mano,
y arrastra su vestido
por los charcos
sucios
y aceitosos.
Subimos al auto.
Metió en su cartera
tres botellitas
choreadas
de Dr. Lemon Vodka.
Con mi encendedor
abrimos una
y le damos masa
antes de arrancar.
El tablero numérico se prende
en luces ámbar,
rojas
y verdes,
y ella me mira
con hambre.
Le toco una pierna
y levanto
poco a poco
su vestido.
Se saca la hebilla
y el pelo le esconde
sus ojos de gato.
Pongo las marchas y la aguja sube
entre la envidia
y los bocinazos
de todos esos
giles de mierda.
Cuando mi mano llega
a sus zonas paradisíacas
ella se recuesta en el asiento
y pone su mano
en mi pija,
cierra los ojos
y jugamos de igual a igual.
Con el acelerador a fondo
dejamos atrás
calles
semáforos
autos
y la puta realidad.
Me baja el cierre del pantalón
y ella se me trepa encima.
Con una mano tomo el control
del volante
y con la otra desprendo
su vestidito de mierda.
Dejamos atrás la calle Colón
y la General Paz.
La Vélez Sarsfield
y el Patio Olmos.
En la Irigoyen empezamos a cojer
a más de 120 kilómetros
por hora.
Entre besos
lamidas
chupones
chupeteadas
mordidas
y cabalgadas
el tablero numérico marca la nueva fecha
desconocida
irreal.
Con ella encima mío
queriendo comerme sin cubiertos
escribo la secuencia de lugares.
El calor es sofocante,
su lengua y sus zonas paradisíacas
me van a hacer estallar
antes de los 141
kilómetros por hora.
Pero el Condensador de Flujo
marca que ya es el momento
de explotar en orgasmos
corporales
físicos
metafísicos
en espacios
y tiempos múltiples.
Todo se convierte en chispas
y luces
antes de reventarnos contra
la Plaza España
y desaparecemos
en polvos
en partículas
en remolinos
y vapores.
Nuestro plutonio nos transporta
por toda la historia
dejando interminables
huellas de fuego.
Hacer el amor
y viajar
en el De Lorean
es exactamente
lo mismo.
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