Vení, morocha, si sabés que sin vos no puedo. Dame tu mano,
dejame que me agarre de tu mano fuerte de algarrobo y que bese tu cuello
perfumado como un bosque serrano. ¿Sabés las ganas que tengo de morder tus
labios dulces de selva negra, de nutella, y de sentir tu sonrisa junto a mi
boca en ese manantial que sólo nuestras lenguas conocen? No me digas que no,
negra, no me dejes caminando solo si son tus piernas las que me sostienen, esas piernas de barro y sol y esa
espalda infinita como un desierto de arcillas y tus ojos de aljibe profundo que
encierra galaxias. Negra, dejame ser otra vez al costado de tu sombra,
durmiendo abrazado a tus misterios, al secreto milenario de tu piel y de tu
sonrisa nocturna. Dejame adivinar con qué revoluciones estás soñando, dejame
ser parte. Dejame ser parte del secreto de tu piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario