martes, 6 de marzo de 2012

El viento y las nubes de una tarde...


El viento y las nubes 
de una tarde primaveral
con modorra
nos convocan a la dulce alquimia
de los cuerpos.
El mate sobre la mesa
y los discos de los Beatles
colgados en la pared.
El cenicero de madera desbordado
de colillas
y las cenizas en el suelo mientras
nos condimentamos.
Las baldosas rojas 
se ponen fluorescentes.
La mostaza de tus labios tiernos
son la entrada perfecta
para un banquete sin final.
Pink Floyd suena por los parlantitos
de la compu,
y el viento se cuelga del balcón
para que no transpiremos tanto.
La ciudad corre y se resbala
en la primera lluvia del año,
esa fresca bendición con olor a tierra
y a cielo.
Llueve. Llueve entre vos y yo,
entre nuestros cuerpos desiertos.
Llovemos con besos merendados
y somos el viento místico
de nuestras cortinas forestales.
El mate y tu piel
erizan las baldosas fluorescentes
y tus ojos ya conocen 
otras galaxias desconocidas.
Las cortinas se mueven en una danza
heroica y primitiva
mientras vos y yo llovemos
con discos de los Beatles 
colgados en la pared.

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