lunes, 13 de febrero de 2012

Noche de calor y humedad entre las teclas apuradas...


Noche de calor y humedad entre las teclas apuradas de una novela trasnochada, en mutación, y entre las imágenes y el guión de una película que no puedo dejar de ver. Como en esas tardes donde nos pasábamos las horas uno en otro escuchando Led Zeppelin, Los Héroes del Silencio y Jorge Drexler, mirando películas de Subiela. Mujer rayueliana, Maga posmoderna, sin Oliveiras. Y aprieto el 'play' y retrocedo como en las canciones que me gustan. Eloy y Elvira se la pasan cogiendo. Exploran el mundo y el universo a través del sexo. Y también se hunden en un amor que, saben, va a ser pasajero. Al igual que las palabras. Eloy, al final de la película*, dice: "Lo que más miedo me daba era que, sin Elvira, mi vida empezara a ser rutinaria y gris como la de tantos", como nos pasa, como nos pasa cada vez que se acaban los sueños hechos de piel y carne; ese miedo a transitar por largos meses la mediocridad más plena, sin poder compartir la propia locura. "En la vida estarás siempre diciendo adiós, que eso no te impida amar".
Será un desafío caminar las calles sin vos, sin tu cuerpo de otoño y sin tu voz de hojas secas. Sin nuestros pasajes húmedos a otros mundos y universos.


*Película: No Mires Para Abajo (2008), del director argentino Eliseo Subiela.

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