Los personajes de estas historias son ustedes con sus nombres y sus calles. Respirarán el olor de la noche, alientos viciados y cigarrillos pisoteados. Estas historias hablan de una ciudad destrozada y de amores que no nos pertenecen. Acá hay rock y ausencia de dios. Los límites entre la realidad y el delirio se viven con sudor. Estas historias son fruto del derrape, de la soledad, del insomnio.
martes, 14 de febrero de 2012
Como mazas del metal más duro...
Como mazas del metal más duro
penetramos nuestras murallas infranqueables
con olor a silencios,
a pasado,
a recuerdos más densos
que el mercurio.
Pero el barrio nos refugia en búnkers
plagados de negras, de corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas;
plagados de letras y de hojas desparramadas,
de inacabables botellas de cerveza negra.
Y el aroma de los porros y de los puchos
muriendo pisoteados en el suelo
nos devuelven la tranquilidad de ser, nuevamente,
a pesar de la resaca.
Ese lento sueño lúcido psicodélico, lisérgico,
ácidos, LCD, tarjetas Junot diseñadas por Timothy Leary
y babeadas por Nico, por Lou Reed, por Jerry García,
por Jim Morrison y por Pamela Courson;
delirios febriles de una anagnórisis violenta
al sentirme parte de tus piernas envolventes.
El calor de la mañana asfixia
entre nuestros cuerpos cagándose a mazazos
y la profundidad de tus ojos de ceniza volcánica.
Lentamente nos derrumbamos en medio de escombros irresueltos,
y las risas y los mimos se funden en besos con eructos
y adioses en medio del desierto.
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