miércoles, 15 de febrero de 2012

El primer beso de la humanidad se pierde en la noche de los tiempos...


El primer beso de la humanidad se pierde en la noche de los tiempos, pero puedo ver el mundo renacer cuando mi boca se posa sobre tus labios de melón recién cortado en un paroxismo de colores inexplorados. Absorbiendo el universo por los poros, bañados en rayos ultra violeta o en piletones de iodo. La luz solar tras las hojas de los árboles que danzan mojando sus raíces en el río fresco. Las risas lejanas, el olor de los asados, el sabor de los mates y el perfume de las pieles bajo el sol intempestivo de enero. Y tus besos son como una rodaja de melón dulce y refrescante, un viaje de ida a los derroteros más secretos de los cuerpos, de tu cuerpo de playa abandonada, de tus vertientes místicas y vertiginosas donde la vida fluye y se recrea todo el tiempo con el sudor y las pieles compartidas. Piernas de algarrobo que antes de llegar a la copa guardan un nido eterno de luciérnagas.
Y la tarde se hace sombras entre las páginas de un libro abierto y los sorbos de unos mates convertidos en cenizas.

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