Pink Floyd, John Coltrane, Divididos y Jorge
Drexler alimentan mi insomnio en una madrugada de fuego, tendido en mis
discos y en mis libros con cigarrillos intermitentes que son un placebo
para acortar las horas que me quedan para volver a verte. ¿Cómo no
querer caminar a tu lado si sos más linda que una lluvia, si mirarte es
estar en una playa desierta con todos los sentidos extraviados en el mar?
Ojos de caleidoscopio nocturno, de noche rota en autopistas veloces. Y el jazz mezclado con la voz de Mollo hacen un tremendo lío en el Winamp. "Vestite, pebeta, que te llevo a pasear". Vos, si, dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo, como dice René. Subir por lo inhóspito de tu espalda y terminar recostado en tu cuello, y respirar desde ahí todo el perfume de tu piel de musgo.
Y las horas son un carreteo lento y pesado lleno de escombros si no camino agarrado de tus manitos de nube, manos como dos niditos de pajaritos azules. Imposible dormir sin escucharte reír, sin perdernos en charlas extravagantes en medio de mates o de botellas de cerveza verde. Quisiera sostenerme en lo primigenio de tus piernas y dormir junto a tus besos de snack con sabor a Océano Pacífico, y nuestras bocas derretidas como dos chocolatines en el calor y la humedad de esta noche de aljibe.
Ojos de caleidoscopio nocturno, de noche rota en autopistas veloces. Y el jazz mezclado con la voz de Mollo hacen un tremendo lío en el Winamp. "Vestite, pebeta, que te llevo a pasear". Vos, si, dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo, como dice René. Subir por lo inhóspito de tu espalda y terminar recostado en tu cuello, y respirar desde ahí todo el perfume de tu piel de musgo.
Y las horas son un carreteo lento y pesado lleno de escombros si no camino agarrado de tus manitos de nube, manos como dos niditos de pajaritos azules. Imposible dormir sin escucharte reír, sin perdernos en charlas extravagantes en medio de mates o de botellas de cerveza verde. Quisiera sostenerme en lo primigenio de tus piernas y dormir junto a tus besos de snack con sabor a Océano Pacífico, y nuestras bocas derretidas como dos chocolatines en el calor y la humedad de esta noche de aljibe.
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