martes, 25 de diciembre de 2012

Silba la tierra por sus grietas...


Silba la tierra por sus grietas.
El cabello renegrido es azafrán 
bajo el sol amenazante de la siesta
y es plata pulida
bajo el brillo de la luna ausente.
Pircas, barro, paja, toldos,
techos hechos con la selva,
con el desierto.
Y los retumbes de los parches
nos dan vueltas los ojos
y perdemos la visión en un trance
lleno de colores y de imágenes de miedo
del futuro.
La ayahuasca y el cuero curtido
nos duele en los brazos, en las espaldas
duras y resecas como las tierras del desierto.
Alacranes y serpientes caminan sobre nuestros pies
en una danza sincrónica y convulsa
llena de semillas, de tejidos
y de frutas fermentadas en la boca del tiempo.
Las tolderías brillan
con sus tenues luces opacas
mientras el aire fresco de la selva
nos pide lanzas, boleas y gritos.
Palpamos aires de liberación,
de muertes dignas,
de ríos de sangre corriendo por la tierra reseca.
Hemos venido a vengar a la gran Serpiente Emplumada
en guerras nocturnas con olor a sexo,
en batallas sofocadas por la tierra y las sombras,
en nombre de cada una de sus plumas
que somos nosotros
con sus colores y aromas
a desiertos, llanuras, selvas y cordilleras.

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