lunes, 6 de febrero de 2012

Bailarina...


Bailarina, tu cuerpo exhala la respiración del Universo. Bajo tu piel late el pulso vital de la tierra. En tus brazos se desgarra el deseo de volar, de llegar al cielo como la copa de un árbol del cual se desprenden bandadas de aves, manos de pluma y viento. Y tus piernas sostienen mi conciencia en un vértice de vértigo y misticismo. Te recorre la savia de la existencia. Movimientos del oleaje eterno vibran en tus caderas, alquimista del ritmo primitivo, buscadora del equilibrio elemental. Y en tus ojos se ve la profundidad de la noche encandilada, penumbra sigilosa ausente del mareo.
El sudor y la agitación inmersos en tu carne, tibia carne con sabor a tarde, provocan los ocasos y los nacimientos de cada deseo, volcanes de lava y fuego, intensos bosques de agua y sombra. Como una playa abandonada, como un desierto nocturno. Mujer con la piel enarenada, con constelaciones en los ojos, sos el latido de la espera. Flexibilidad de junco, de serpiente. Sos el beso de agua clara. Y tu aroma, la simiente.

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