sábado, 10 de marzo de 2012

Dejo el mate sobre la mesa...



Dejo el mate sobre la mesa y
lentamente
apoyo la púa.
La fritura comienza a sonar por los 
altos parlantes
mientras, 
del otro lado de la ventana,
una primavera otoñal se traduce
en el fin de una tarde nublada.
El vinilo gira apaciblemente sobre la bandeja
y el sonido lo envuelve todo
en la oscuridad en la que estoy. 
The Dark Side Of The Moon
es la banda sonora de un atardecer perfecto
en los que el mate y los cigarrillos
saborean y colorean la negrura
de una habitación plagada de cuadros
y de posters
opacos y borrosos,
y adelantan un fernet urgente.
Pero el aroma de esa yerba perfumada
se mezcla con las frituras del vinilo inglés
en un paisaje místico de selvas misioneras
y de neblinosas tardes londinenses,
todo en la pureza del rock vintage,
ese rock primitivo que se balancea en mi alma.
La puerta se abre y una tibia luz 
se despereza en la habitación,
y entrás vos con tus libros bajo el brazo
moviendo tus caderas al ritmo de
"On the run"
y sonriendo mientras te acercás
y me mordés la boca con un beso calentito y picarón.
Te doy un mate y me robás un pucho.
Tenés la carita cansada de tantas horas en la Facultad 
pero Pink Floyd y los mates te alegran,
y me lo hacés saber con otro beso tierno y lento.
Dejaste los libros y los apuntes
al lado del tocadiscos
y te sentaste al lado mío.
Recostás tu cabeza sobre mis hombros
y me mirás con esa carita que yo ya conozco.
Despacito desprendés tus sandalias de cuero
y te sacás la hebilla que sostiene tu hermoso
pelos castaño, largo y ondulado.
Tus labios medios resecos se pegan a los míos
y comienzo a tocar tu espalda
mientras te desprendo el agarra-tetas.
Con tus manitos te subís, de a poquito,
tu nueva pollera hindú
dejando relucir esos muslos hermosos y blancos,
y te trepás encima mío. 
Suena "Time" mientras hundo mis manos
en tu pelo revuelto
y nos comemos a besos
como si tuviéramos en nuestras bocas
panales llenos de miel.
Y las ropas ya están tendidas sobre el sillón,
nuestro viaje vintage y psicodélico 
comienza a acelerarse en una cuenta regresiva
donde la piel y el perfume de los cuerpos
son el combustible para llegar
y prenderse fuego
uno en el otro
y viceversa.
Ya con "The great gig in the sky"
la noche nos envolvió con su manto
de no-visiones y de alientos compartidos
en una batalla corporal épica y heroica
donde el amor, el dolor, el placer y la nada
forman parte de los premios,
de la caja de chocolates derretidos
que somos
vos y yo
en estos momentos.
Y el disco ya no suena.
El Lado B quedó abajo
y el disco gira con la púa levantada
mientras el mate duerme en la mesa.
Tus libros cuchichean en el silencio inerte
de esta habitación oscura
y los cigarrillos esperan ser devorados.
Pero vos y yo quedamos tendidos
como dos panales lleno de miel,
como dos bomboncitos de chocolate
derretidos.

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