miércoles, 15 de febrero de 2012

Nunca estuve en tus planes...


Nunca estuve en tus planes,
pero pasaste sobre mí
como un tren a altísima velocidad
arrollando carne humana.
El calor de este verano
me recuerda a tus piernas de algarrobo
y a la asfixia de tus besos de sopapa,
de fùtbol 5 en el Himalaya.
Nunca estuve en tus planes
y, sin embargo,
fui parte de tu cuerpo
y vos parte del mío
en una batalla épica
por la inmortalidad
de nuestras pieles.
Buceábamos en las oscuras
profundidades
de nuestras cavidades internas
como dos exploradores
en los cenotes de Yucatán.
Pero la humedad y el calor
de esta tarde por explotar
me dan una premonición del fin del mundo,
y las nubes cargadas de diluvios
son como el hongo
de una bomba atómica
que nos harà desaparecer y volver,
como las cucarachas,
a redimir el mundo de hoy.
Pero yo nunca estuve en tus planes
y me usaste, me exprimiste,
tomaste todo mi jugo,
sacaste todo lo mejor de mí
y te fuiste a explotar a otros cementos,
a otras arenas,
bajo otras sombras
a morder otras pieles
y a comer de otros labios
hasta dejarlos resecos
como papiros muertos
del río Nilo.
Jamás estuve en tus planes,
pero una mina que te chupa la pija
no te puede olvidar tan fácil,
y bajo las nubes de esta tarde nuclear
sólo espero, algún día,
volver a implosionar
en el atolón inexplorado
que hay entre tus piernas,
aguas suaves llenas de peces de colores,
y quedar agarrado
bajo la magia de una lluvia ácida
en la madera fuerte y primitiva
del algarrobo de tus piernas.

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